
La enfermedad de Alzheimer es un trastorno neurodegenerativo progresivo que afecta principalmente a personas mayores de 65 años y constituye la causa más frecuente de demencia en el mundo. Se caracteriza por un deterioro progresivo de las funciones cognitivas y funcionales, que conduce a la muerte entre los 3 y 10 años posteriores al diagnóstico.
El nombre de la enfermedad rinde homenaje al neurólogo y psiquiatra alemán Alois Alzheimer (1864–1915), quien en 1906 describió el primer caso.
Cada 21 de septiembre, la Organización Mundial de la Salud y la comunidad internacional conmemoran el Día Mundial del Alzheimer, con el propósito de sensibilizar a la sociedad y visibilizar los grandes retos que esta condición plantea.
“Actualmente, se estima que entre 55 y 60 millones de personas viven con esta enfermedad en el mundo”, explica Leonardo Palacios, profesor de neurología de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universidad del Rosario.
El Alzheimer se manifiesta inicialmente con pérdida de memoria reciente: los pacientes olvidan hechos recientes, repiten preguntas o no recuerdan conversaciones.
Con el tiempo aparecen dificultades de orientación, razonamiento, toma de decisiones, manejo de dinero y cambios de ánimo que pueden incluir irritabilidad o agresividad, indicó Palacios.
En fases avanzadas, las personas pueden dejar de reconocer a sus familiares, confundir identidades, experimentar alucinaciones, sufrir incontinencia o incluso convulsiones.
Explica el neurólogo que existen dos formas de la enfermedad: la familiar, de origen genético y aparición temprana (antes de los 65 años), que representa entre el 1 % y el 5 % de los casos; y la esporádica, la más común, asociada a factores genéticos y ambientales, siendo el envejecimiento el principal factor de riesgo.
“A nivel cerebral, el Alzheimer se asocia con la acumulación de placas de beta amiloide y proteína TAU, que deterioran las neuronas. Para confirmar el diagnóstico, se recurre a estudios clínicos y neuropsicológicos, además de imágenes como tomografía o resonancia magnética, que revelan atrofia cortical y reducción del hipocampo. En casos específicos, una punción lumbar permite identificar biomarcadores relacionados con la enfermedad”, comenta el experto.
Aunque no existe una forma definitiva de evitar el Alzheimer, la evidencia muestra que hay ciertos hábitos que reducen el riesgo: actividad física regular; evitar el consumo de tabaco y alcohol; reducir la exposición a contaminación atmosférica; fomentar la reserva cognitiva a través de educación, lectura, logros laborales, actividades de ocio y socialización; prevenir y tratar la depresión crónica y la discapacidad auditiva, factores de riesgo asociados y controlar enfermedades cardiovasculares como hipertensión, obesidad, diabetes y sedentarismo.
El Alzheimer no tiene cura, pero sí tratamientos que buscan frenar su progresión y mejorar la calidad de vida del paciente. Actualmente, existen cuatro medicamentos disponibles en Colombia: rivastigmina, donepecilo, galantamina y memantina. Su eficacia es mayor en etapas tempranas. Recientemente, se aprobaron en otros países fármacos como lecanumab y donanemab, prometedores en fases iniciales, aunque aún no están disponibles en Colombia.